domingo, 20 de enero de 2008

LA CONSERVACIÓN DEL PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO DE LA GUERRA CIVIL EN PORCUNA (JAÉN).


Militares en Porcuna tras el 1 de Enero de 1937
La Guerra Civil Española (1936-1939), acallada por unos y “recuperada” por otros, se nos muestra como uno de los acontecimientos más importantes de la Historia de España.

En lo que respecta a su carácter militar o bélico se trata de una guerra de posiciones defensivas, de atrincheramiento, ante la práctica inmovilidad de los frentes militares en sus dos primeros años. Se trata en suma, de la última guerra de trincheras y la primera guerra moderna, antecesora de la II Guerra Mundial, donde se pusieron en práctica todas las técnicas y medios destructivos que hasta entonces jamás había conocido el ser humano: el terror, en definitiva.

Dicha guerra de trincheras o posicionamientos fijos nos han legado en las líneas de los frentes militares un patrimonio militar y civil inmenso que languidece día a día bajo las distintas causas de destrucción y expolio arqueológico.

Estado en el que quedó el pósito de Porcuna tras los bombardeos de 1937. Foto c. 1940.
En los últimos años se ha despertado un gran interés por recuperar el patrimonio arqueológico de nuestra Guerra Civil. Desde distintos posicionamientos y prismas ideológicos, muchas veces desde apasionamientos pseudocientifistas y en muchos casos desde el localismo, se ha intentado recuperar este ingente patrimonio histórico, que hoy más que nunca reivindica un lugar en la legislación patrimonial y en la conciencia de aquellos que nos dedicamos a recuperar la “memoria”, como si alguna vez la hubiésemos perdido.


Estructura defensiva en Lopera
Este ha sido el caso de las iniciativas de ayuntamientos como los de Castejón del Puente (Huesca), Almedinilla y Luque (Córdoba), Lopera (Jaén), Arganda del Rey y los pueblos de la Sierra de Guadarrama (Madrid), los del Campo de Gibraltar, Martinet (Lleida), etc.., que de forma aislada y con gran esfuerzo están recuperando trincheras, refugios o fortines, para convertirlos en Bienes de Interés Cultural.
Conviene recordar que en otros países hay ejemplos muy notables de las políticas de conservación, excavación y conversión en museos de los espacios de guerra: el valle de Shenandoa en los Estados Unidos; Normandía, Verdún y el Somme en Francia; Ipres y los campos de Flandes en Bélgica; los Museos de la Resistencia en Italia; la Ruta del Terror de Berlín y los campos de concentración, convertidos en museos en toda Europa. Lejos de fomentar los rencores, la conservación de los espacios bélicos lo que hace es recordar a los pueblos los horrores que han compartido, y propiciar un sentimiento respetuoso con los valores humanos

Desde hace años, Francia e Italia cuentan con una completa y activa protección integral, que incluye tanto medidas legales como efectos normativos, de los sistemas y las construcciones defensivas de la II Guerra Mundial y otros conflictos bélicos.

Refugio antiáreo en Porcuna. Foto: Sibibolai
Muy lejos estamos nosotros del criterio conservacionista de otros países europeos, pese a las iniciativas aisladas de ayuntamientos y la comunidad científica. Los escenarios bélicos y su arquitectura militar aún no cuenta con ninguna protección legal; ni existen políticas desde las Administraciones públicas de potenciar su protección, conservación, puesta en valor y divulgación. A la misma vez, como tendremos ocasión de ver para el caso de Porcuna, los yacimientos arqueológicos son sistemáticamente saqueados y sus restos materiales (objetos y armas principalmente) vendidos en pública subasta por internet.


Excavación sobre los restos del Hospital Militar de San Benito (Porcuna)
Lógicamente, la protección de estos espacios asociados a la contienda civil pasa por la realización de un inventario y su posterior plasmación en una ficha de catálogo tipo. Una vez realizado, habría que confeccionar una proyecto integral de investigación y puesta en valor de los restos, creando itinerarios, infraestructuras y demás servicios para facilitar la comprensión. No se nos debe olvidar algo muy importante: ante la carencia de una legislación específica de protección de estos restos, tiene que ser el planeamiento urbanístico, a través de normas y fichas de catálogo quien deba de comprometerse a proteger y conservar tan extraordinario patrimonio.

EL CASO DE PORCUNA


Búnker A sobre el Río Salado (Porcuna)
La “Campaña de la Aceituna” ordenada por Queipo de Llano a finales del año 1937 sobre la campiña cordobesa y jiennense con la toma de ciudades y pueblos como Montoro, Lopera, Porcuna, Valenzuela, Castillo de Locubí, y Alcalá la Real, estabilizarían los frentes militares de esta zona hasta el final de la contienda civil en 1939.


Posible emplazamiento de artillería. Búnker A. (Porcuna)
Esa fijación del frente, aunque nunca falto de ofensivas, contraofensivas, maniobras de distracción y escaramuzas, conllevó por parte de los dos bandos en litigio una fervorosa inversión en la construcción de elementos defensivos ante las eventuales envestidas del enemigo.



Búnker B sobre la orilla del Río Salado (Porcuna)
Se dibuja así, desde Madrid, pasando por los Pedroches, Montoro, Lopera, Porcuna, Valenzuela, Luque, Alcalá la Real, Granada y de allí hasta la propia costa de esta provincia, todo un entramado defensivo a base de búnkeres, casamatas, refugios antitanques, trincheras, … que más que hablarnos de acciones heroicas, nombres, y hazañas bélicas, nos invitan, quizás con reproche, a recuperar la historia anónima que es difícil de rastrear en los libros o en las fuentes.



Detalle de una aspillera de fusilería en el Búnker B (Porcuna)
En Porcuna, por parte del bando rebelde, encontramos dos líneas defensivas claramente marcadas. La primera, situada en los vértices más elevados del cerro amesetado de la localidad, hacia el Este dirección Arjona-Jaén-Martos. En los parajes de Cabra Mocha y Carrajaén se encuentra todo un entramado de trincheras, refugios, puestos de ametralladoras y otras estructuras defensivas aún por inventariar. Se trataría de la primera línea de defensa, pues el enemigo en la zona republicana se sitúa en varias cotas elevadas, siendo las principales el Cerro de la Atalaya (Porcuna-Arjona), Cortijo de Alcázar (Torredonjimeno), con un enorme entramado de trincheras y fortificaciones y el Cerro Martín Alcaide (Porcuna). Los llanos de Alharilla quedarían en “tierra de nadie”.


Posible línea de trincheras a las orillas del Río Salado (Porcuna). El cerro de la Solana al fondo, donde se ubica el búnker A.
Una segunda línea de defensa, más rica, patrimonialmente hablando, lo formaría el propio Río Salado, con fortificaciones fijas de hormigón y mampostería, que desde Lopera, se extiende por su orilla oeste a lo largo del mismo. Son significativos aquí, al margen de los de Lopera, los búnkeres bien pertrechados, con posicionamientos fijos de mortero y/o artillería, del puente Cañete dirección hacia la localidad de Cañete de las Torres (Córdoba). Estas posiciones están apoyadas por todo un entramado de trincheras que ocupan vértices importantes en el Cerro de Abejucar y Cantarero (Porcuna).


Lápida del soldado Juan Pineda Fernádez del 33 Regimiento de Infantería de Cádiz muerto el 10 de febrero de 1937 en la "defensa" de Porcuna tras la ofensiva republicana del 7 del mismo mes al mando de Pérez Salas. Cementerio de Porcuna.
Por las fuentes documentales (Inspección de Campos de Concentración de Prisioneros, “Relación numérica de cuadros de mando, fuerza de encuadramiento y efectivos de los Batallones de Trabajadores, Unidades Especiales, Grupos y Destacamentos en Fábricas y Talleres”, 1 de enero de 1939) sabemos que para la construcción de todo el entramado defensivo por parte del bando rebelde se utilizó al Batallón de Trabajadores nº 158, especializado en la construcción de fortificaciones. Dicho Batallón estaba compuesto por 690 prisioneros de guerra republicanos que trabajaron forzadamente entre los años 1938-39 en la línea defensiva Lopera-Porcuna; participando también en la construcción de carreteras y demás infraestructuras el Batallón de Trabajo nº 102, con un total de 473 presos forzados.


Trinchera del Carrajaén. Porcuna
En cuanto a su estado de conservación, hay que decir que en la mayoría de los lugares visitados por nosotros la situación es lamentable. La mayoría de ellos se encuentran colmatados, llenos de vertidos, y reutilizados para otros usos. En suma: están olvidados.


Estado de conservación del Búnker B (Porcuna)
Nuestra propuesta de protección, conservación y puesta en valor de esta arquitectura militar, que sin duda, es extrapolable a la civil, pasa inevitablemente, a falta de una protección legal, por su incorporación en la normativa y catálogo urbanístico de protección en el Plan General de Ordenación Urbanística de Porcuna, en actual redacción. Éste sería el primer paso por ahora, sin olvidar que tiene que haber un proyecto integral, que considere la investigación y una metodología apropiada de trabajo para recuperar para la sociedad este magnífico, pero olvidado, patrimonio arqueológico de la Guerra Civil.

Enlace recomendado de puesta en valor del patrimonio arqueológico de la Guerra Civil: GEFREMA