sábado, 13 de febrero de 2010

Un día de trabajo

Vista del Palacio de Miguel de Mañara


Hoy ha sido un día particularmente duro. A las 7:00 de la mañana sonó el despertador, como todos los días, y como todos los días de lunes a viernes, me duché, "cepillé mis dientes" (curiosa expresión, pues parece que las muelas no se cepillan), y di el beso de "buenos días" a Anna. Hacía frio cuando salí de casa. No pensé que lloviese, pero lo hacía. El cielo estaba gris y la parada del bus desierta. Poco a poco llegaron los viajeros, ateridos unos, otros griposos, los menos, despiertos. Por fin llegó el bus, tras 15 minutos de espera. Destino: no sé, algún lugar de Sevilla donde pasar esta mañana gris, fria y lluviosa.

Llegué al trabajo sobre las 8:15. A las 8:30 salí a desayunar. Hacía más frio aún, y llovía aguanieve. Llegamos a un bar nuevo a la altura de La Florida. Un café donde predomina el rojo en la decoración y donde se respira una aire de los años 60, quizás 70, con moto en el escaparate como reclamo y una chapa vieja, enmohecida y desconchada de "Telégrafos". A su derecha, el siempre repugnante anuncio, en círculo, de ... (no merece la pena mencionarlo). Café con leche y media tostada de aceite y jamón serrano, como siempre, como todos los días desde que soy funcionario público. Y es que hay cosas inherentes a un funcionario, que no vamos a mencionar para no crear demasiados "tópicos".


No tardé mucho en desayunar, quizás 15 minutos. Salimos del café rumbo a lo conocido, nuestro lugar de trabajo, ese palacio de Miguel de Mañara en la calle Levíes, junto a la famosa "Carbonería", donde por las noches hay charanga, castañuelas y también pandereta.

A las 9:00 tenía una reunión con el Presidente de la Comisión Andaluza de Etnología para tratar diversos temas sobre la preparación de unas jornadas técnicas de trabajo en relación a la redacción de Cartas Etnológicas. Finalizamos a las 10:15 a.m., tras una amigable charla.

Me incorporé a la siguiente reunión que ya había empezado a las 10:00. Ésta era producto de varios contactos que tuvimos en enero en Valencia, donde conocidos a uno de los responsables de Red Eléctrica Española. La reunión discurrió distendida, pero demasiada gente en la misma. Eso tiene un inconveniente, y es que las opiniones son como el arco iris, y finalmente no se llega a grandes conclusiones. Finalizamos a las 12:00 a.m.

A esta hora me siento por primera vez junto al ordenador. Llamada por teléfono del arquitecto de Monturque (Córdoba). Están muy interesados en acogerse a las medidas de fomento en relación a la redacción de Cartas del Patrimonio Cultural de Andalucía (la semana anterior repartimos información por los más de 700 municipios andaluces). Le explico las fórmulas para acogerse a tales medidas. Son las 12:15.


En el patio del trabajo

Abro el correo corporativo de la Junta. Más de 50 correos electrónicos colapsan mi bandeja de entrada. La mayoría son de mi Jefe de Servicio, otros del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, varios ayuntamientos, consultas, proposiciones, preguntas parlamentarias, noticias, IAPP, algún borrador de decreto para informar, solicitudes de subvenciones vía electrónica, ... De todos los "emilios" destaca uno que me ha llegado de forma reiterada en esta semana: "Ecuador de la VIII Legislatura". Sé de lo que va, varios departamentos ya trabajan en él. El mío aún no, pero tenemos la información.

Un nuevo correo: "Ecuador de la VIII Legislatura". No lo abro, ya sé de que va. Otro: "!Urgente!, el informe del Servicio, en relación de la gestión de la VIII Legislatura tiene que estar para hoy, 12 de febrero. Se remitirá al Coordinador general de servicios de la Consejería de Cultura, para que éste lo reelabore y lo remita a la Consejería de Presidencia". Ya estoy en ello. El Departamento de Difusión ya me ha remitido un primer borrador. La responsable de cooperación internacional y fondos europeos, también. El Negociado económico del Servicio ya tiene instrucciones precisas mías.

Hay jaleo en los despachos. Los teléfono suenan, el fax silba ...

12:30. Reunión convocada 48 horas antes de la Comisión de Seguimiento del Convenio del Centro de Interpretación Paleontológico de Lepe (Huelva). Oigo las "canales" caer en el patio. Llueve y la sala de juntas está fría, pero el ambiente en el interior es acalorado.

Llamada de teléfono a mi Jefe de Servicio. Item: "Ecuador de la VIII Legislatura", !ya!.

Salgo de la reunión. Me pongo a redactar el tan exigido informe. Retomo las ideas de la legislatura anterior. Abro archivos de mi predecesor en el departamento de investigación. Tomo nota. El teléfono no deja de sonar. Huele a pan recién hecho. Los jugos gástricos suben y bajan como una montaña rusa. Rebusco en el cajón del escritorio, no hay nada que llevarse a la boca. Suena el teléfono: "metemos las inversiones realizadas en Gabinetes Pedagógicos?", ... -respiro- "", -cuelgo-.

Desde el fondo de la sala me dicen que el "fax no entra". Se trata de una reunión que convocar para la semana próxima. "Inténtalo de nuevo", le grito desde el otro lado de la estancia.

Suena mi teléfono móvil. Es mi esposa: "Reinaldo está en casa, y quiere saber si contramos PTV Telecom, o se lleva el contrato". Fumo en el patio de mármol, suspiro y le propongo que quizás más tarde. Cuelgo y sigo. Otro cigarrillo apagado con tres "caladas".


"Necesito el número de intervenciones arqueológicas realizadas en la anualidad 2008-09", le pido a la Jefa de Autorizaciones Arqueológicas. En un folio, a mano, me las pasa.

Mi Jefe me llama al teléfono, pese a que estamos a menos de 2 metros de distancia, pero en despachos distintos: "cómo va el informe?". "Bien", respondo sin tener certeza de mi afirmación. Cuelgo y sigo "maltratando" en teclado.

"Te envío la nota de prensa sobre Orce", se oye decir desde el fondo de la sala. "Vale", afirmo con normalidad. Reboto el e-mail a mi correo particular (para no aburrirme el fin de semana).

Me pasan varios folios con informes económicos de "Júpiter" (herramienta informática vinculada a Hacienda). Tomo nota, sumo, y lo plasmo en el papel.

Son las 14:30 a.m. Llega definitivamente el documento cerrado del Departamento de Difusión. Me comentan por teléfono que el programa "Smita" se ha resumido en un párrafo. "Bien", asevero.

Mi jefe vuelve a llamar. "Lo estoy peinando", le respondo con sutileza. Por fin, a las 15:05 el documento está listo. Llamo a mi Jefe: "Dónde quieres que lo envíe?". "Vale" respondo cansado y con dolor de cabeza. Adjunto el documento de gestión sobre los dos años de Legislatura del Sr. Griñan en materia de Cultura y me despido a la francesa de mi Jefe. Son las 15:10 a.m.

Hace frio y llueve. Ficho y me encamino por las callejuelas empapadas en agua ...


Dejemos una ventana abierta para mañana


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